La Combi
¡Habla Gasparín! escuché hace algunos
años atrás cuando transitaba tranquilamente por la avenida Pardo en Miraflores
y por natural curiosidad, volteé a ver quién había pronunciado estas palabras, identificando
a un desaliñado cobrador de combi que me invitaba a tener seguramente un
interesante viaje en su destartalada unidad. Entendí que la poca presencia de
cabello, que en aquél momento ya se hacía evidente en mí, motivó que este señor
se jugara tal confianza y no puedo negar que sentí el natural impulso de
propinarle un golpe por su desubicada actitud; sin embargo, recapacité y
continué mi camino en dirección al cine El Pacífico. Este hecho no pasó inadvertido para mí y sentí
sinceramente que vivíamos en un país donde la falta de respeto y de educación se
había presentado como habitual y que la
habíamos aceptado como tal, como si fuera parte de nuestro paisaje natural social,
que está dado de esa manera y que no debemos hacer nada para cambiarlo. Hoy siento
que aquella realidad no solo no se ha modificado sino que ha empeorado.